COMO PREPARAR TUS PIES PARA UNA RUTA LARGA DE TRAIL RUNNING

El arte (casi olvidado) de cuidar los pies: lecciones desde el barro y la ampolla

Hay quienes entrenan la mente, quienes fortalecen los cuádriceps y quienes —en un acto de tierna negligencia— se olvidan de que los pies no son solo un apéndice práctico, sino los verdaderos mártires del trail running. Mientras la cabeza sueña con la cima y las piernas compiten con el reloj, los pies, pobrecillos, reciben sin quejarse la factura completa: barro, rocas, humedad, fricción, kilómetros y más kilómetros como si fueran alfombras rojas cuando en realidad son trincheras.

Y ahí es donde entra la crema NOK, ese ungüento que parece inventado por un monje tibetano con ampollas. No la patrocina nadie, y precisamente por eso merece confianza: como esas abuelas que te dan remedios caseros sin esperar “likes”.

Crema NOK

Una barrera invisible contra el suplicio

La crema NOK no hace milagros, pero se le acerca peligrosamente. Diseñada para corredores de fondo, ciclistas testarudos y demás criaturas que se empeñan en recorrer paisajes escarpados por gusto propio, esta crema actúa como una segunda piel. No cura la existencia, pero sí evita rozaduras, ampollas, escoceduras y toda esa galería de horrores que suele aparecer cuando uno lleva horas en ruta. Además, es resistente al agua y al sudor, como si supiera que la épica no viene con clima favorable.

Lo mejor: no es grasa ni pegajosa. Se absorbe como un secreto bien guardado y no deja rastros en las plantillas, algo que agradecerán tanto tus calcetines como tu dignidad.


Manual de supervivencia podal (con crema en mano)

1. Anticípate al drama.
No esperes a que el dolor te escriba una carta. La crema se aplica antes, como se lanzan las bengalas antes del naufragio. Si tienes una carrera o travesía en puerta, empieza a usarla al menos 20 días antes. A diario, como quien riega una planta testaruda.

2. Menos es más.
No conviertas tus pies en una pista de patinaje. Aplica una capa fina, como quien unta mantequilla sobre pan de pueblo: lo justo y necesario. Dedos, talones, empeine… sin exagerar. Que la crema proteja, no compita con el suelo por tu atención.

3. Reaplicar no es rendirse.
Si el sendero es largo, lleva un poco contigo. Una recarga a mitad de camino puede salvarte de pasar del placer a la penitencia. No es debilidad: es estrategia de veterano.

4. Haz equipo.
La NOK se lleva bien con otros aliados: vendajes, apósitos, geles de silicona. Protege lo que sabes que sufrirá, como quien refuerza las bisagras antes de una tormenta.

5. Después del combate, el ritual.
Lava tus pies. Sécalos con mimo. No dejes que restos de crema o humedad se conviertan en un cultivo de hongos. Ya bastante tiene uno con sobrevivir al desnivel como para sumar penicilina al botiquín.

6. Cuídala a ella también.
Sí, la crema también necesita su descanso. Guárdala lejos del sol y del calor. Una NOK rancia es como un mapa roto: te deja igual de perdido.


Los pies de Anne: una historia de amor y resistencia

No soy embajadora de la marca. No me patrocinan (estoy abierta a propuestas, claro, jeje!!. Pero si la NOK tuviera apóstoles, yo estaría en el podio. Corro seis días a la semana, y he aprendido que la hidratación no es un lujo, sino un acto de supervivencia. Un pie bien hidratado es como una rueda bien inflada: nadie lo nota… hasta que falla.

Pero no basta con embadurnarse. Hay toda una coreografía: cortar las uñas con precisión quirúrgica, elegir bien los calcetines (los de siempre no valen), probar el calzado con paciencia, como quien elige pareja para una travesía emocional. Porque eso es correr largas distancias: una relación tumultuosa con uno mismo, donde cada ampolla es una discusión y cada bajada técnica, una reconciliación.


Epilogo: los pies te lo dirán

El cuidado de los pies no debería ser un apéndice de tu rutina. Es el principio. Es lo que te permite llegar, quedarte, volver. Es un pequeño ritual que dice: sí, esta aventura me importa tanto como para prepararme hasta en lo invisible.

Así que la próxima vez que te pongas las zapatillas, piensa en NOK. No como una crema, sino como un susurro antes del ascenso, como una promesa de que al menos, por hoy, el camino no dolerá tanto.

Tus pies te lo agradecerán. Quizás no hoy. Pero sí en el kilómetro 37.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Otros Post

ALTATREK
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.